Una mujer con sombrero, elegante, deambula por las calles de Cuzco, cargada de identidad y de historia. Las arrugas por el sol mienten su edad. Ella camina con su atuendo recibido de generación en generación, con colores de tierra: rojos y negros de Pachamama. Trenzas, tejidos y una mirada perdida… Su sombrero, distintivo de la tribu que la identifica. Sin decirme una palabra yo se quien es ella. Observa y la observo.
Observo las madres que alimentan sus hijos bajo el templo del Sol, con sus vestimentas bordadas a mano… y no dejo de mirarles a todas el sombrero. Desde las más adultas, hasta las recién nacidas… significan un lapso de continuidad. ¿Cuánto cobijan allí adentro? ¡Cuánta sabiduría ancestral!, recargada y transmitida en la leche de sus senos. ¿Cuánto ha pasado en esos pensamientos?
Piensa, ella piensa. Las llamas pastando a lo lejos, es tiempo de trabajar la lana y las tinturas. También los cultivos de quínoa y maíz por cosechar. Trabajo duro bajo el “Tata INTI”, fuerte y caliente que también le curte la piel. Su sombrero no solo la abriga, sino que la decora. El paso del tiempo y las modas se hacen presentes sin importar los mares, llegan las influencias de ensambles culturales del viejo continente.
Del viejo continente llegan los turistas, es buena oportunidad para armar el puesto de tejidos, ponchos y medias de lana calentita. Los vientos de la altura son libres, pero fríos, la Puna no es para cualquiera. El té de coca fortalece y alivia. Es buen momento para compartir todo. (Todo, menos el sombrero: “Ése no se vende…” me comenta en voz baja.)
En voz baja las “Chismosas” mujeres de La Paz conversan en el mercado. Sus polleras y chalinas forman parte de una identidad heredada del continente europeo, con tradiciones españolas, inglesas e italianas. El oro y el Bombín importado que visten marcan su clase social. Su escenario es el mercado, son coquetas pero no se sientan en el suelo a trabajar.
A trabajar van las “Cholas” para vender los rocotos y las papas envueltos en el aguayo. Han caminado desde lejos para llegar al mercado. La ropa de fajina es distinta, una colcha calentita remplaza la chalina y el intacto Bombín es de producción local. La diferencia social es evidente. Aunque tanto las Cholas como las Chismosas conservan su identidad, son una preciosa “Mujer con Sombrero”.
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